Cortico se fundó para fortalecer el diálogo público al incorporar más voces—y especialmente aquellas que no se escuchan—en la conversación. La idea surgió de un proyecto durante las elecciones presidenciales de 2016, cuando el cofundador de Cortico Deb Roy lideró una iniciativa de investigación en el MIT Media Lab llamada Electome. Este proyecto utilizó IA para mapear la conversación nacional a través de noticias y redes sociales, mostrando qué temas estaban recibiendo atención y cómo se estaban discutiendo.
Mientras que el Electome reveló importantes insights, también expuso un problema más profundo: la creciente fragmentación del discurso público. El paisaje mediático estaba amplificando las voces más ruidosas y empujando a las personas a burbujas políticas y sociales aisladas. Después de las elecciones, Deb y dos colegas del proyecto, Russell Stevens y Eugene Yi, vieron la necesidad de un tipo diferente de escucha—uno que priorizara conversaciones reales sobre algoritmos y frases llamativas.
Fundaron Cortico para abordar este desafío: construir mejores espacios cívicos para escuchar, y crear herramientas que apoyen un diálogo más significativo, inclusivo y directo. Su creencia era simple pero poderosa: para entender a las personas—lo que les importa, por qué sienten lo que sienten—tienes que hablar con ellas, no sobre o a ellas.
Esa visión aún impulsa a Cortico hoy. Nuestra plataforma ayuda a comunidades y organizaciones a participar en conversaciones reales que sacan a la luz historias personales, descubren experiencias compartidas e informan decisiones más conectadas y centradas en el ser humano.